Archivo de marzo 2016

Spiderman

El poder de la tecnología humana incrementa a un ratio mayor que nuestro nivel de responsabilidad. Y un gran poder, conlleva una gran responsabilidad, decía Spiderman.

Bajo el prisma de este sencillo postulado pueden explicarse diferentes sucesos y podemos aventurarnos a explicar ciertas tendencias existentes en la actualidad:

Pongamos como ejemplo el espionaje masivo desde las agencias gubernamentales de seguridad como la NSA. En los tiempos de Stalin simplemente la tecnología de espionaje masivo no existía ni era siquiera imaginable. La tecnología no era tan poderosa por entonces, y por tanto conseguir un nivel mucho menor que el actual de espionaje masivo requería de unos recursos y riesgos mucho mayores, por lo que pocos políticos lo permitían.

Pero no sólo es mucho más sencillo, tentador y viable el espionaje masivo gubernamental. Un avión no podría haber impactado contra las torres gemelas si la tecnología no existiese. El peligro de una ataque con una bomba sucia nuclear, un ataque bacteriológico o los ataques cibernéticos a infraestructuras críticas son producto también de la existencia de la tecnología.

La irresponsabilidad de personas atacando a otros grupos enemigos mediante los nuevos medios tecnológicos de que disponen añaden argumentos de peso a los dirigentes de los grupos contrincantes para utilizar contra-medidas tecnológicas, como el espionaje masivo, de forma también muchas veces irresponsable.

El ciudadano de a pie en este contexto utilizará también la tecnología para intentar protegerse el espionaje del gobierno, a la par que sentirá miedo y exigirá un gobierno fuerte que le proteja de los ataques externos.

La evolución biológica del ser humano en los últimos siglos es insignificante, y el nivel de moralidad humana apenas ha variado. Hace siglos, existían igual que hoy muchas personas capaces de realizar actos muy atroces, pero la capacidad de un ciudadano cualquiera de producir daño tenía una notable limitación tecnológica si la comparamos con la actualidad. A día de hoy, nos acercamos a una sociedad donde cada persona tiene acceso a tecnología cada vez más poderosa.

Pongamos un ejemplo numérico:

Ejemplo 1, sociedad del siglo XV: en una ciudad de 100,000 personas, hay 50 personas altamente peligrosas. Cada persona altamente peligrosa puede poner en peligro a 10 personas. Total de personas en peligro: 50*10 = 100 (0.1% de la sociedad).

Ejemplo 2, sociedad del siglo XXI: en una ciudad de 100,000 personas, hay 50 personas altamente peligrosas. Cada persona altamente peligrosa puede poner en peligro a 1,000 personas. Total de personas en peligro: 50*1,000 = 50,000 (50% de la sociedad).

Una sociedad donde la mitad de las personas están en peligro es una sociedad donde las dinámicas del miedo toman especial relevancia. Los lazos de confianza se vuelven importantes. La desconfianza entre desconocidos aumenta los lazos de unión entre los conocidos y genera barreras a terceros.

Si bien evolutivamente no estamos adaptados a los peligros de la tecnología, si que estamos acostumbrados a vivir en sociedad: el hombre es un ser social. Y hay muchos casos de sociedades con desconfianza generalizada: las situaciones de guerra civil o epidemias por poner un ejemplo generan exactamente este tipo de dinámicas de grupo. Por no hablar de lo notablemente más peligroso que era moverse en los caminos en la Edad Media, por poner otro ejemplo. No parece creíble que en general las sociedades altamente tecnológicas se rompan debido a la desconfianza si hemos llegado hasta aquí.

Es interesante ver cómo la tecnología por un lado solventa el problema epidemiológico de ciertas enfermedades, pero por otra parte genera problemas de similar magnitud, e incluso genera epidemias de nuevas enfermedades y además permite que éstas se expandan más rápido, por ejemplo con los aviones o el ántrax.

Una sociedad próspera y altamente tecnológica pero desconfiada se diferencia mucho de una sociedad en guerra civil o bajo una pandemia típica de siglos pasados. Si bien la sociedad continuará funcionando, las nuevas tecnologías serán usadas también para dar rienda suelta a la desconfianza. Es el nacimiento de la corriente de la «trustless society» o «sociedad desconfiada», que en realidad lo que puede generar son estructuras de confianza basadas en lógica formal.

Paradójicamente en una sociedad altamente tecnológica cada vez se pone más énfasis en la enseñanza de la ciencias debido a su utilidad material manifiesta, y se pone menos énfasis en la enseñanza de las letras, lo cual genera un bucle que parece retroalimentarse. Por otra parte, no está de más recalcar cómo muchas veces se echa la culpa a la tecnología cuando claramente la culpa no es del cuchillo que es una mera herramienta, sino de la persona que lo utiliza para apuñalar a otra persona. Caso paradigmático de esta incorrecta asignación de responsabilidades es la manida frase del «error informático».

Hay que diferenciar la confianza generada en la sociedad, que parece que probablemente de forma general continuará existiendo, con el peligro real existente. Existen múltiples casos documentados en los que el planeta ha estado a punto de sufrir una guerra termonuclear por error. Errores producidos en última instancia debido a la unión entre el alto poder de la tecnología con la irresponsabilidad en su uso por el ser humano. Estos casos seguramente sean sólo la punta del iceberg del peligro que presenta la tecnología en las muchas manos inadecuadas que existen.

El peligro que genera la tecnología en las manos inadecuadas y la imposibilidad de evitar que esto ocurra lleva a pensar que es una buena idea establecer de contramedidas que limiten los efectos de un desastre de grandes dimensiones. La descentralización que propugna la colonización auto-sostenida de Marte (y luego otros mundos) es posiblemente la medida más efectiva de evitar un eventual colapso tecnológico.

Efectivamente, parece que la concentración de poder que permite la tecnología aumenta la eficiencia a costa de aumentar los riesgos. Esto no sólo justifica la colonización de otros planetas; es aplicable a muchos otros ámbitos. Por ejemplo, la rudimentaria tecnología de voto en papel imponía debido a sus limitaciones una alta descentralización en los procesos de registro y recuento del voto.

El voto electrónico permite aumentar notablemente la eficiencia, permitiendo que en vez de tener cientos de miles de urnas sólo exista una única urna electrónica en todo un país. No obstante esto concentra tanto el poder que se vuelve peligroso y por tanto conlleva a establecer de forma consciente y deliberada medidas de descentralización del poder una vez se toma esta reflexión que requiere de un cierto grado de madurez en el uso de la tecnología. Pasamos de un escenario de descentralización debida a limitaciones tecnológicas a un escenario donde el nivel de centralización del poder es una decisión consciente que por si fuera poco reduce la eficiencia.

Pongamos otro ejemplo más para demostrar cómo de general y transversal es este razonamiento: la independencia alimentaria. Antaño, el campo era trabajado por una gran parte de la población de un país, y el consumo era interno e incluso local. Hoy en día, de nuevo gracias a la tecnología, en el supermercado encontramos alimentos de todos los lugares del mundo. Un mercado global permite que el consumidor tenga acceso a más variedad de productos y más baratos, incluso si éstos tienen que cruzar medio mundo para llegar al supermercado. No obstante los alimentos básicos son una industria estratégica, y si por ejemplo la leche viniese toda de una serie de países con los que por motivos políticos dejamos de comerciar, correríamos un riesgo innecesario inherente a la concentración de poder. La complejidad y el acoplamiento de un mercado global aumenta el riesgo de que crisis antes locales sean mucho más contagiosas.

La situación antes descrita de interdependencia peligrosa por generar fragilidad se suele calificar de riesgo sistémico y es también posible encontrarla en otros ámbitos, como el financiero. Estos riesgos pueden aminorarse eliminando algunas de esas dependencias, creando cortafuegos, aplicando medidas que aumenten la independencia entre diferentes partes, o lo que es lo mismo, aplicando medidas descentralizadoras.